lunes, 25 de abril de 2011

Sonrisas

Es curioso, últimamente he estado pensando en ti.

Lo se, lo se, no tiene nada de curioso que lo haga, de hecho es bastante lógico, pero antes, semanas antes, tú llegabas a mi mente como pasado, como memorias y a veces, como un deseo insoportable de poseerte y hacerte mío por una sola vez. Pero ahora no. Ahora eres anécdotas, instantes que en su momento fueron insignificantes y ahora no paran de arrancarme sonrisas.

Imagínalo así: ayer al estar jugando Super R-Type, recordé la forma en la que te burlabas de mi cada vez que aparecía un Game Over en pantalla. Recordé como nos llevábamos pesado y aprovechándome de esa estúpida inocencia tuya, te hablaba en doble sentido sin que tú lo notaras.  Extraño eso; todos esos detalles insignificantes.

¿Qué importan los abrazos cuando recuerdo tu risa, tu sonrisa cuando me escuchabas decir alguna idiotez?

Y extrañando, y con las sonrisas escapándose de mi rostro no logro entender muy bien lo que pasa. Me siento triste porque ya no te extraño como “al ser amado”, sino como al amigo que perdí en algún lado.

“Todo estaba destinado a acabar” eso lo se de sobra y me he acostumbrado a vivir con ello. Pero hoy extraño a mi amigo, al que fue mi mejor amigo y al tiempo que disfrute con él.

jueves, 14 de abril de 2011

Aprender

He aprendido muchas cosas este año… pensándolo bien, no podría limitarme a hablar de este año, no seria justo, no todo comenzó hace poco, a pesar de que apenas en estos días me doy cuenta de un sin fin de cosas.

No se ni por donde empezar, aunque es algo gracioso, puedo tomar cualquier cosa y sin darme cuenta ya habré empezado y lo habré hecho bien.

Comprendí que no hay nada mejor que la simpleza de la vida. La sencillez de una sonrisa al atardecer no tiene precio, ni comparación.

Me enseñaron a ver la ciudad a la que tanto temo de otra forma; a ver que hay más que miedo y contaminación flotando en el aire y a por fin disfrutar del caos de una ciudad sin tiempo.

Descubrí que un amanecer es tan hermoso como un anochecer, solo es cuestión de saber apreciar; de saber entender que el principio es tan bueno como el final.

Escuche a personas que podían incluir el “jamás” en sus palabras y no arrepentirse de haberlo hecho. También escuche a otra incluir el “siempre” en sus oraciones y no menguar en su afirmación un solo instante. Pero lo mejor fue cuando conocí gente que podía desposar ambas palabras y no solo eso, sino que también podían transformarlas en una promesa sin edad, ni tiempo de caducidad.

“Jamás me iré, siempre estaré contigo”

Me di cuenta que el tiempo en verdad es relativo. A veces solo hay que esforzarte un instante y lograras tu cometido, lograras forjar grandes y fuertes lazos. En otros casos, no importa cuantos años trabajes, porque a la hora del final, todo ese tiempo es lo que menos importa. Todo se olvidara en un instante.

Aprendí que el universo a veces toma mucho tiempo para equilibrar las cosas, otras veces, solo le toma un instante para que un día malo se transforme en el mejor de toda tu vida. Que no importa cuanto sufras o trabajes porque, al final del día, cuando sonrías extasiado, te darás cuenta de que valió la pena y de que el día de hoy has aprendido algo nuevo.