jueves, 15 de mayo de 2014

The Untold Stories



 "Moles"

My parents discussed the night before. I told you all the crap they said and how it made me feel. I also mentioned how I yelled and how I cried. It was always the same shit... but you were there. You were always listening to me, my dreams, my wishes, my nightmares and sorrows. Yes, you were always there when I needed you. It was night and I was with you.

I never liked whenever you saw me crying. I hated it, but you were the only person I allowed to see me at those moments. Why? Because you made me feel safe. You made me feel strong. Sitting on the bottom bunk I hugged you, pressing my face against your chest; trying to hide the tears that were on my face. You put your arms around me and said that everything would be all right. In some way I believed you. I always believed you. I uncovered my face and stared at you. You smiled at me and I smiled you back; wiping the tears and the demons out of my face, you promised me that everything was going to be ok. You were my best friend and for best friends the promises are made in silence.
 
We kept in that way for a few seconds; staring at each other, smiling at each other. In that moment I realized all the moles that you had on your face. I approached you and, I don't know why, I started counting them. You giggled, following my index finger with your eyes as I pointed them one by one. "Three, four, five..." I whispered. Then you showed me your hidden moles: the ones behind your neck, at your back and on your tummy. "I have a lot of them," you said, pointing the ones over your abdomen. "I also have one... two on my..." Giggles. I hugged and thanked you for the mole counting therapy. You nodded all blushed; after all you had to explain me where those remaining moles were.

martes, 18 de marzo de 2014

Creer


Estoy aquí, parado junto a la ventana y a la mitad del octavo cigarro. El viento sopla rápidamente, al igual que lo que pasa por mi cabeza. Me gustaría saber hacia dónde voy, pero últimamente nada es claro. Las cosas se acomodan de una forma increíble y el hecho de que lo hagan me asusta; hace mucho tiempo que no me sentía así de bien. El estar acostumbrado a la velocidad de la caída y que de pronto, desde hace un par de años, todo vaya siempre hacia arriba, hace que le tema a las alturas.

Me gustaría creer que todo es perfecto ahora y que seguirá siéndolo por mucho tiempo más, pero aceptarlo me hace creer que pronto se irá. Aun así, el tiempo ha demostrado todo lo contrario. ¿Cuánto tiempo más durará? Eso no lo sé, nadie lo sabe; y con esa idea en la mente se va el octavo, seguido inmediatamente del noveno. Al menos sigo aquí, con la música reventando en mis oídos y dejando que las letras sigan su curso.

Mi mente se aferra a no creer lo que está pasando y, a pesar de que lo disfruto, no sé si confiarme. De un tiempo para acá, una parte de mí que creía perdida ha reaparecido en mi vida diaria. El corazón se mueve una vez más y no sé si debo creerle. Una emoción hace años olvidada regresa, como si no hubiese nada que perder. Avanzo a tientas en una tierra que abandoné tiempo atrás y que me parece tan desconocida como familiar. ¿Debería seguir? Noveno seguido del decimo.

Atrévete a soñar. Atrévete a sentir. Exige mi corazón. No lo sé. La historia ha probado lo contrario, no obstante estoy aquí, avanzando hacia algo que parece irreal. ¿Eres real, o una fantasía más que guarde en mi memoria hace muchos años? Y así, entre dudas y miedos, hablo contigo, sintiendo que todo estará bien, que mientras tenga confianza nada malo pasará. La persona frente a mi tiene más miedos que yo y, por algún motivo que no entiendo, quiero que esté junto a mí. Sus demonios no son iguales a los míos. Los suyos crecieron en lugares distintos y eso, lejos de ahuyentarme, me invita a seguir. Décimo seguido del onceavo.

El viento ha dejado de soplar y mi mente cambia de rumbo. ¿Qué tal si sólo es un juego, una ilusión que ambos tratan de crear pero ninguno está dispuesto a hacer real? “El amor ocupa devoción” dice la canción. Te veo tan lejano y a la vez tan real. Mi mano tiembla. Sí, tengo miedo de creerte, porque en el fondo siento que no me crees y lo único que quiero es que lo hagas. He acumulado una fortuna y temo arriesgarla; la última vez lo perdí todo y la luz de otros viajeros me ayudo a llegar al final. 

¿Eres real?

A cada paso me adviertes que no pierda mi tiempo contigo, pero entre más me acerco más puedo ver tu sonrisa. Tal vez hace mucho que nadie se había acercado a ti y temes, como yo, si existo o no. ¡Créeme! te grito, esperando que no retrocedas y tu sonrisa desaparezca en la obscuridad. Pero sigo aquí, parado en la ventana, mientras termino el onceavo y sigo con el doceavo.

Está decidido. Apostaré una vez más y me detendré sólo si tú me lo pides. No tengo nada que perder, ya sé cómo es este lugar y también sé cómo salir de él; y, si me lo permites, creo que podre ayudar a que salgas tú también. Créeme te susurro al oído. Y, tomándote de la mano, caminamos en esta tierra de obscuridad; esperando que al salir, la luz del sol no me haga ver que sólo eras una ilusión más.

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Edición: Mónica Vianey D R
Fragmento de "10 A.M." Zoé 

miércoles, 4 de diciembre de 2013

¿Por qué nos besamos?

A veces me pregunto que siento por ti. A decir verdad soy una persona muy rara y esto del amor creo que no se me da. Me gustaría creer aquello que dicen de ser único y que lo mío, lo que se dice lo mío, es andar por ahí viendo con quien acostarse cada noche sin importar lo que pase mañana. Esta tarde conocí a alguien. Una charla, unas copas y un poco más tarde, me encuentro en la regadera de un motel de paso con una persona que apenas conozco. Al menos me gustaría conocer su nombre me digo, pensando en el sabor que tiene su boca; algo así como danonino, pero de otro sabor… algo así. No sé por qué lo hago, simplemente pasa y al final no me arrepiento. Hasta eso me la paso bien, pero he de confesar que muy dentro de mí, a pesar de las conversaciones, las risas y los orgasmos, siento que algo falta. Como si no lo hubiera valido del todo.

Entonces te veo. Tanto tiempo ha pasado desde que alguna vez estuvimos juntos. Novios en algún momento. Retando por un momento al tiempo a sabiendas de que aquello no duraría mucho. No nos hagamos tontos, lo sabíamos desde un principio, pero aun así lo intentamos y a decir verdad, yo sí lo disfruté; cada momento que pasé junto a ti me ayudó a conocerte y a creer que todo se podía, que no importaba si parecía imposible; mientras lo intentara ya estaba casi ganado. Obviamente la relación terminó… de buena forma, he de decir. Amigos como antes… bueno, no como antes, porque la verdad me sentía un poco incómodo alrededor de ti y probablemente a ti te pasaba lo mismo. No es como si no quisiera estar contigo, simplemente no me parecía correcto. Acostumbrarte nuevamente al protocolo de un brazo de distancia, vista a los ojos y de que todos los besos son en la mejilla, cuesta un poco de trabajo y recurrentes recordatorios a la inercia mental. Así es como pienso en ti mientras estoy tirado en la habitación del hotel. Esta vez, es otro hotel, otra persona, otra cama y otra historia. Nos vimos un día antes. Hacía tanto que no nos veíamos; sonreímos y platicamos como si hubiéramos pasado todo el verano juntos. Pero en realidad, pasó mucho desde que estuvimos juntos y sin saber cómo ni el por qué, al despedirnos de la forma acostumbrada, no pude evitar besarte. Al principio noté tus nervios y ese breve momento de duda, pero después te dejaste llevar y me regresaste ese beso que al parecer deseabas tanto como yo; eso sí, tú siempre has sido más centrada; sabes cuándo parar. Con una sonrisa y un hasta luego, me di la vuelta y caminé recordando el beso de unos momentos antes. ¿Qué piensas? Me dice una voz que no es tuya mientras me desabotona la camisa. En nada que se deba mencionar en este momento. Al menos en eso tengo razón.

Pronto nos volveremos a ver. Me gustaría saber la verdad sobre lo que piensas. Hay tantas cosas que contar, tantas historias en sólo unos meses. A veces me pregunto si el hecho de separaros me hizo conocerte más, incluso quererte más. Cuando estuvimos juntos te quería, pero no de la manera en la que lo hago ahora. Esta vez no sólo te quiero: ahora deseo protegerte, deseo que seas feliz y, como todo amor egoista, aunque a muchos no les parezca, desearía ser yo el que te brinde todo eso. En ocasiones temo que todo eso que siento sea algo idealizado. Tal vez sí o tal vez me importa un carajo. Que los psicólogos se encarguen de eso. Esta noche nos veremos; en mis sueños al menos. Por ahora es lo único que tengo de ti, pero pronto te veré y pretenderé ser tu amigo mientras nuestras manos se tocan al estar sentados leyendo en esa biblioteca que tanto nos gusta. Siempre he creído que los libros son los mejores para guardar secretos y mejor aún si son los secretos de un loco enamorado.