Siempre pensé que terminaríamos juntos. Sí, ya
sabes, como en esas películas que nos enseñaron a ver desde pequeños; esas
películas donde al final se toman de las manos, se abrazan fuertemente y se
entregan al primer/ultimo/profético beso que sellaba toda esa lucha y que nos
recordaba que todo había valido la pena. Siempre lo creí y creerlo no cuesta
nada.
Últimamente ya no escribo mucho. Será la
escuela, será el tiempo, será el clima. Será mi hueva seguramente, pero aun
encuentro placer en hacerlo, aun encuentro esa alegría en mis dedos al
deslizarse, ya sea por las teclas o en el papel; porque déjenme decirles que
soy un conservador en esto de las letras. A mí la letra virtual como que no me
llena. Lo mío, lo que se dice lo mío, es ensuciarme las manos con tinta,
escuchar el seseo del papel contra mi piel y pensar “hey, me gusto como quedo
esa G, esa Y” y reír en silencio porque sé que en ese momento nadie más
entiende ese placer. Cosa de locos. Cosa de escritores.
Bueno, el punto de todo esto es que no sabía
sobre que escribir y recordé que en algún momento de mi vida lo hacía
escribiéndote a ti, y creí que era buena idea empezar en un punto donde me
sintiese cómodo… o que por lo menos supiese cómo avanzar. Tengo a una amiga,
muy querida por cierto, esperando en este momento a que le conteste el mensaje.
Le dije que no sabía sobre que escribir y ahora simplemente no puedo detenerme.
Sé que ella sabrá perdonarme, porque eso hacen los amigos y los colegas a los
que les debemos un café.
Hablando de amigos, tengo algunos nuevos y
algunos no tan nuevos con relaciones renovadas. Los nuevos me hacen sentir
contento, porque he recordado que si se puede tener amigos en quien confiar. Sé
que falta contexto, pero a veces darle la mano a alguien en un momento donde
estas lleno de pánico, puede significar que ahora confías y que puedes volver a
creer. Sobre los viejos he de decir que nada permanece. Todo cambia para bien y
para mal, pero últimamente las cosas parecen mejorar bastante. Una amiga se va
de viaje. Vuela a las orillas del mundo a cumplir sus sueños, vencer sus
propias fronteras y conocer que hay más allá de lo que cuentan y de lo que
promete la vida. Me emociona verla feliz y no te mentiré cuando te digo que me
entristece un poco, pero ¡hey! Sé que le irá bien y que lograra lo que se
propone. Aparte, la mejor parte de cuando te separas de alguien por un rato, es
que cuando los vuelves a ver te emocionas como nunca: los abrazos que antes
eran saludos, se convierten en unos “¡Que gusto me da verte!”, donde tus brazos
no sólo abrazan su cuerpo sino su corazón y su alma. Si, suena complicado, pero
soy algo ridículo a la hora de los sentimientos. Te presentare a Miguelito un
día de estos, sé que él podrá explicarte bien a lo que me refiero. También he
de decir que, a veces, uno puede tener un problema con un viejo colega, alguien
a quien llegamos a considerar una mente gemela, y que por ese problema parece
que todo el mundo ha entrado en guerra. Amigos así nunca deberían pelear, mucho
menos por estupideces, pero a veces somos demasiado estúpidos o egoístas para
no darnos cuenta de a quien golpeamos cuando echamos a correr con los ojos
cerrados. Eso sí, si vas a hacer tu desmadre, ten los huevos de decir “la
cagué” y aceptar lo que viene, aunque eso signifique ver arder el mundo frente
a tus ojos. Pero si no es así, aférrate y esta vez, si vas a correr, hazlo con
los ojos abiertos para evitar accidentes.
¿Sabes? Escribiendo esa última parte me puse a
pensar en eso de volver a ver a las personas. Sí, estoy sonriendo porque a ti
ya nunca te volveré a ver. Cosa de cambios, cosa de crecer. Esta carta a pesar
de que esta “dirigida” a ti, no espero que seas tú quien la lea, sino los demás.
Cosa extraña esto de las cartas sin remitente ni destinatario, que por cierto
no empezaron como cartas, pero así es esto de los escritores; cualquier persona
se puede identificar, y ¿por qué no?, hasta sonríe al leer algún par de líneas y
pensar “eso suena a algo que diría yo”. En fin, eso es todo por ahora y ojala, al
finalizar esto, alguien esté sonriendo… además de mí.
1 comentario:
Cosa de locos. Cosa de escritores.
Lo amé!!
Yo aun estoy sonriendo...
te e extrañado tanto Charlie!!
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